miércoles, 22 de septiembre de 2010

CAPITULO I I "mi partida a tierras castellanas"

   Dejé León con mucho pesar. Todo este tiempo pasado ahora se me venía de golpe como si de una secuencia de imágenes se tratara. fotogramas con color  ya que eran recuerdos imborrables. Mi primera misa, mis paseos con los frailes capuchinos, mis oraciones a media tarde junto  mis compañeros... Esa ama de llaves que todo el mundo dedicado a Dios posee. Esas comidas con sabor a rancio por tan sólo cocer un trozo de jamón y así dar sustancia al caldo de cocido maragato que me hacía Soledad. Dejé León con un propósito, empezar de nuevo en tierra extraña.




Cuánto más me alejaba de León, más se notaba el paisaje.Si León era montañoso y abrupto, cada poco iba viendo meseta llana. Solamente tierra árida y amarilla,donde el cielo y la tierra se unían en el lejano horizonte.

Mi carruaje retumbaba a cada paso,... las piedras del camino se hacían notar. En horas llegaría a la villa de Tudela del Duero y así encontrarme con las nuevas gentes que estaban deseosas de que llegara un nuevo obispo. He de reconocer que el viaje fue bastante largo pero ameno. No tenía compañía en esta primera llegada a la villa. tan sólo un cochero que manejaba a las yeguas.Hablaba poco. Reconozco y apuesto que gente como yo, no era su atractivo. Por la mirada que me hacía cada vez que le preguntaba algo, era punzante y ruda. Más bien contestaba lo minimo. Cuando le pregunté cuanto tiempo tardabamos en llegar, me miró y dijo: "Limitese a rezar y a orar que es lo q tiene que hacer. Gente como usted, no me gusta... tienen una forma de ver la vida muy diferente a la nuestra. Agarrese por su Dios se lo digo".
Pues despues de esta contestación, me limite a leer, dentro del carruaje como pude. asi iba llegando la media tarde. Por la situación geográfica estabamos a un paso de llegar.

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